"LA CUESTIÓN VASCA" DE FEDERICO KRUTWIG


“LA CUESTIÓN VASCA” DE FEDERICO KRUTWIG

Aitzol Altuna Enzunza



VIDEO RESUMEN SOBRE LA VIDA DE KRUTWIG https://youtu.be/0AdzbN4jRk8

Decía Federico Krutwig en “La Cuestión Vasca” (1966): “Para un pueblo nacionalmente oprimido, es imposible entrever otra posibilidad de liberación social que la que vaya unida a la liberación-nacional.”


Federico Krutwig Sagredo, nació en la población bizkaína de Getxo el 15 de mayo de 1921 y murió en Bilbao el 15 de noviembre de 1998. Su padre era alemán y su madre de Getxo, formaban una familia acomodada, pero que no participaba de los círculos de empresarios y banqueros acaudalados asentados en el barrio de Neguri de Getxo.

Sus estudios primarios, los desarrolló en un colegio privado francés y el bachiller, en el Colegio Alemán de Bilbao, donde obtuvo las mejores notas en la historia de este colegio. Después, estudió Derecho en la Sorbona de París y Economía en la Universidad de Bonn, licenciándose en ambas carreras.


Krutwig, fue un auténtico erudito y políglota, experto en más de veinte idiomas (especialmente el griego clásico y el euskera), se jactaba de leer todas las lenguas del occidente europeo. 

De joven, dominaba el castellano, el euskera que estudió de forma autodidacta contra la opinión de su padre a la temprana edad de 12 años, el alemán y el francés; a lo largo de su vida, llegó a hablar o a entender con fluidez también el latín, el árabe, el húngaro, el neerlandés, el inglés, el ruso, el copto, el hebreo, el persa, algunas lenguas de la India como el sánscrito, el chino o el georgiano. En sus viajes, llevaba siempre un montón de maletas llenas de libros.


En 1941 trabó amistad con el primer presidente de la Real Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia, Resurrección María de Azkue, con el que colaboraría hasta su muerte en la que estuvo presente Federico. 

Ingresó en Euskaltzaindia en 1943, a la edad de 22 años, y a los 26 fue nombrado académico de número. Gracias a Krutwig y a Gabriel Aresti, Euskaltzaindia empezó a hacer todas sus reuniones en euskera, frente al uso exclusivo del castellano hasta entonces. Por esas fechas, ya manifestaba inquietudes en otras artes, fue uno de los fundadores del grupo Mikeldi de pintores y del Instituto Julio de Urquijo de Investigaciones.

Gracias a la aportación de Krutwig, el euskera se alejó del abuso de neologismos de raíz vasca defendido por Sabino Arana entre otros, lo que será uno de los objetos de crítica más persistentes de Federico a lo largo de toda su vida. 

Es más, para Krutwig, “el batua ya está inventado, Leizarraga unificó el euskera en el siglo XVI. El Batua es el labortano clásico”, y otra vez añadió: “Por lo mismo, para plasmar la unidad del euskera, debemos aceptar el dialecto que más se escribe, no el que más se habla, porque las lenguas literarias unificadas primero son para leer. Por esta razón se debe adoptar la lengua tradicional de nuestra literatura, y ésta es la literatura labortana que ha llegado a nosotros de Leizarraga, de Axular, de Echeberri, de Haraneder..." (De Gernika, n.° 14, 1951, pp. 8-11).

Ya había traducido al euskera labortano clásico a Goethe para 1951 y escrito su primera novela larga “Mikelditarrak”, cuando se produjo un gran punto de inflexión en su vida en mayo de 1952, tras pronunciar en la Diputación de Bizkaia un vehemente discurso con motivo de la entrada del religioso Luis Villasante en Euskaltzaindia (de la que luego llegó a ser su presidente el franciscano gernikés). 


Este discurso, muestra la personalidad de Krutwig, que, aunque el grueso principal del discurso versaba sobre el euskera labortano clásico, lejos de un texto protocolario, Federico denunció en ese foro a una Iglesia Católica que se acomodaba y aupaba al régimen fascista español (nacional-catolicismo), el cual mantenía una política de etnocidio mediante una constante colonización de la tierra vasca con inmigrantes del campo español y el lingüicidio del euskera a favor del castellano, considerado el único idioma de España, y pese a que muchos feligreses aún eran monolingües euskaldunes. 

Así de contundente se expresaba Federico Krutwig en ese discurso: "Si en un pueblo hay cinco carabineros aunque éstos jamás vayan a oír misa, en la hipótesis de que pudiesen algún día ir por casualidad a oírla, se predica en su idioma, pero a los vascos que viven en Bilbao, aunque sean veintenas de mil, no se les predica en su lengua".

Sin embargo, la represión contra todo pensamiento vasco que sostenía el régimen franquista, hizo que días más tarde Federico se viera obligado a huir a Iparralde, acusado de intentar revivir “el antiguo espíritu separatista”, que no era la base de su discurso ni se tocaba explícitamente, aunque siempre subyacía en los pensamientos de Federico.

En septiembre de 1956, intervino Krutwig en el Congreso Mundial Vasco de París, donde propuso la lucha guerrillera para liberar “Euskadi” y donde tomó contacto con los que serán luego los fundadores de la organización ETA como veremos más adelante. 

En Donibane Lohitzune-San Juan de Luz, donde se refugió, tuvo relación con varios dirigentes del grupo Mendigozale, en especial con Elias Gallastegui “Gudari”, del que será Federico un exaltador de su nacionalismo-humanista, y también al propio Lehendakari Agirre. 



En Iparralde, conoció Federico a Felix Likiniano, militante y luchador anarquista, con el que desarrolló el “anarko-abertzalimo” que no tendrá continuidad. En París, trató con Jon Mirande, escritor zuberotarra que apostaba por el fascismo para liberar el País Vasco. Por el camino, conoció también a Iñaki Aginaga, que con sus “Lan Deyak” (después IPARLA), era la mente política más preclara de aquellos años.

Finalmente también llegó a Alemania y allí permaneció durante 6 años, donde, aprovechando su facilidad para los idiomas, trabajó de traductor en la empresa Krupp. En su estancia en el país germano, contrajo matrimonio para divorciarse en 1961, lo que hizo que retornara poco después al País Vasco para asentase en Biarritz.

El verdadero exilio, lo conoció sin embargo a partir de 1963, cuando se vio obligado a dejar otra vez la Baskonia continental. En esa fecha, Federico Krutwig publicó su gran libro político e histórico “Vasconia” (publicado teóricamente en Buenos Aires en realidad en París), escrito un año antes bajo el pseudónimo Fernando Sarrailh de Ihartza. Aunque éste fue el seudónimo que más utilizó, también firmó otros trabajos con los de Hobeko de Garralda o G. de Zúñiga. 

En este libro, Krutwig se cuestionaba abiertamente el nacionalismo tradicional sabiniano (pero sin romper con él), y aportaba otros elementos, incluso más novedosos e interesantes para el nacionalismo vasco que trataremos mejor después al analizar su pensamiento, como era la recuperación de la libertad de toda Baskonia frente al “zazpiak bat”, la correcta interpretación de la historia vasca desde el análisis de la ocupación militar del Estado baskón por franceses y españoles y el proceso de colonización brutal que está padeciendo aún el país. "Vasconia" fue escrita en realidad, gracias a la subvención de los Medigozales de Elias Gallastegi “Gudari”, pero los 2.000 ejemplares de la primera edición acabaron mayoritariamente en el mar (algunos se libraron de tal ahogamiento, yo mismo adquirí uno de ellos). 

El dirigente de ETA Txillardegi (Joseba Álvarez Enparantza), aseguraba que "Vasconia" era un libro lleno de errores garrafales y que era una calumnia el decir que hubiese sido publicado por ellos. El libro también recibió ataques furibundos del PNV y del PCE.


El mismo Krutwig sobre su polémico libro dijo: «Ese libro había que escribirlo entonces. Era imprescindible dar un contenido mucho más cultural a la doctrina nacionalista tradicional». "Vasconia" fue escrito a petición de un amigo de Federico de la diáspora vasca sudamericana, que le propuso escribiese "un libro que fuera muy nacionalista y que fuese progresista o de izquierdas". 

En realidad, fuera de unos poco dirigentes intelectuales de ETA y debido a la situación de opresión total contra el pueblo vasco, Vasconia de Krutwig pasó casi desapercibida, hasta que, en aquel entonces ministro franquista Manuel Fraga, lo censurase en público como el libro ideólogo de ETA, lo que elevó su interés.

Federico llegó a afirmar que fue la propia policía española, la que atribuyó el mérito de que inspiraba a ETA, sin tener asomo de que esto fuese real. Así lo decía Krutwig: "Desgraciadamente ello no era verdad, ETA tan solo tomó de Vasconia, como es fácil demostrarlo, la parte exterior, pero se olvidó de lo que era justamente la base del pensamiento étnico de Vasconia, que era lo principal. Es decir, no han sabido comprender que se trataba de un nuevo pensamiento nacional". 


De las 640 páginas de "Vasconia", sólo las 16 del apartado "Bellica" son sobre la guerra de guerrillas, y muchas de esas ellas sólo lo hacían de manera indirecta. En “Bellica” dice cosas como: "El arma que da la victoria al guerrillero es la población civil, el hecho de que el pueblo esté del lado guerrillero”. También se cita a Mao Tse Tung en "La nueva democracia": "Es imposible alcanzar la victoria sin una movilización del pueblo, amplia y profunda, que conduzca a una política de frente unido".

Un militante de ETA de aquellos tiempos, hoy escritor y periodista, José Felix Azurmendi, comentaba: "Tengo la impresión de que es muy poca la gente que leyó Vasconia, incluso en los 70. Tengo la impresión de que llegaron a tenerla entre sus manos se fijaron sólo en lo que convenía a sus prejuicios, en lo que reforzarán sus apriorismos o sus objetivos (...). Si no fuera frívolo, diría que lo más impactante de Vasconia terminó siendo su mapa. Aquel mapa ambicioso de una Euskal Herria perdida, que ayudaba a pensar en el pasado y a replantear y reclamar el futuro". Se refiere al mapa que Krutwig dibujó del territorio de toda Baskonia.

F. Krutwig explicaba el objetivo aquel libro de este modo: "(...) empecé a estudiar las teorías de los que en otras partes del mundo habían sido la fuerza creadora de una Dinámica nacional que condujo a su independencia (...) situaron el problema nacional sobre la nación o etnia" y no sobre el Fuerismo aunque "fue clara reivindicación de los derechos estatales de Euskeria". 

El propio Federico en el prólogo de la primera edición de "Vasconia", escribió como resumen de su libro: "Comprendí, pues, que el planteamiento del caso vasco había sufrido errores monstruosos. Primero, se seguía planteando un caso nacional como una cuestión meramente estatal (española). Segundo, se había subordinado de tal forma el caso vasco a un regionalismo que solo se mendigaba del Estado opresor algo que en realidad tenía derecho a exigir por entero".

Reclamaba Federico un nacionalismo vasco culto y progresista frente a la idea bucólica y rural del nacionalismo sabiniano. Para Federico, después de la Segunda Guerra Mundial, “los jefes exiliados, con una mentalidad estancada en 1936, no habían llegado a comprender muchos de los cambios que en al sociedad y en las corrientes mundiales había tenido lugar. 



Veía al Gobierno vasco un apéndice del español en el exilio y el Estatuto un cadáver putrefacto” tras la muerte en 1960 de Agirre y bajo el mandado de Leizaola. Según sus propias palabras “El Gobierno de Euzkadi era tan solo un gobierno regional español de las Vascongadas, el representante de la autoridad española en nuestra patria". (…) "Un nuevo planteamiento del nacionalismo vasco con bases científicas, primero deberá de dar el valor que se merece a las lengua nacional, exigir a sus seguidores que la aprendan y la dominen. Segundo, tendrá que ser una fuerza progresista (...). Por fin, tenemos que plantear el problema vasco sobre la base étnico-económica que hoy reclama el nuevo mundo".


Fue Manuel Irujo en el Congreso Nacional Vasco de 1941, quien presentó un proyecto constitucional, el cual, supuso para Krutwig un gran cambio: "de un nacionalismo defensivo pasó a un nacionalismo expansivo, a una dinámica positiva con la que se reivindican los territorios que fueron robados a la patria vasca, es decir, los territorios que correspondieron al Reino de Navarra. Es más, parece que existe a este respecto un acuerdo firmado por los nacionalistas vascos en el exilio londinense y el coronel (sic., en tono irónico) de Gaulle, en que éste se compromete a dar la autodeterminación al País Vasco, en caso de ganarse la guerra". Irujo y Krutwig mantuvieron una relación corta pero intensa.

El libro “Vasconia” hizo montar en cólera al jefe del Estado francés que ocupaba la Baskonia continental, otro General, Charles De Gaulle, el cual hacía tiempo que había olvidado sus palabras pronunciadas tras acabar la Segunda Guerra Mundial el 22 de abril de 1945 en el aeródromo de Grayan al comandante Kepa Ordoki del Batallón de gudaris Gernika: «Francia nunca olvidará los esfuerzos y los sacrificios realizados por los vascos para la liberación de nuestra tierra». 

"A través de sus servicios, las autoridades vascas tenían información del aparato militar dispuesto por Franco en la zona fronteriza, especialmente en Navarra". Por varias razones, Ordoki se negó a colaborar con el General Fernández y el Coronel Vallador, que eran los que dirigían la Unión (de fuerzas republicanas españolas). Al fin decidió explicar cuál era la consigna del Gobierno Vasco: "A continuación, a excepción de siete, el resto del grupo abandonaba la Unión Nacional (española). En un tren que por mediación del Gobierno Vasco nos había enviado el General Jefe del Estado Mayor Francés, nos trasladamos a Burdeos, donde fuimos obligados a pasar por la caja de reclutamiento, ingresando después, bajo la condición de que nuestra presencia se atendría a los acuerdos suscritos por el Gobierno Vasco y el Gobierno Francés, en el Octavo Regimiento Mixto Marroqui-Extranjero con el nombre de Batallón "Gernika", siendo destinados al frente del Atlántico". Luego cuenta la operación de Pointe de Grave, cerca de la Rochelle, el 14 de abril de 1945, obteniendo una victoria importante y "logrando finalmente ver izada la ikurriña en el mástil de la fortaleza alemana". 

A la ikurriña le fue impuesta la Cruz de Guerra. "En el acto de homenaje a la ikurriña, a nuestra alegría se unió la sorpresa que nos deparó la inesperada presencia de José Antonio; acababa de llegar de América, y, desde Paris, fue conducido directamente hasta nuestro patio de armas. Fue un momento de emoción inenarrable; nos abrazamos, y, posteriormente, el Batallón desfiló ante él." Después de otras tareas, "la mayor parte ser dirigió al País con la intención de dar al traste definitivamente con el franquismo. En espera de ello, algunos de éstos se incorporaron a los grupos que, ya con anterioridad, se habían instalado en diversos puntos de la frontera, camuflados de leñadores, criados y labradores. "Era un momento de euforia total"... "Se daba por hecho que, tras la caída de Hitler y de Mussolini, las democracias derrocarían a Franco, euforia de la que, como es lógico, participaba el Gobierno Vasco, que desde el año 1945 venia preparando la entrada en el País (...).

"De los casi doscientos hombres que formaban el Batallón, la mayoría pertenecía al Partido Nacionalista Vasco, seguida en número por el Partido Socialista, contando, además, con la presencia de comunistas, algún anarquista y catorce o quince miembros de Acción Nacionalista Vasca, al que yo pertenecía” (José Antonio Aguirre y Lecube, Obras Completas" coordinador Martín Ugalde Edit. Sendoa 2008).



Federico Krutwig en “Vasconia” dirá: "Como superioridad francesa en la que al parecer sueñan los franceses es algo que hacer reír a todos los demás pueblos del mundo, que lo único en que conceden superioridad a los franceses es en correr más deprisa que nadie cuando los alemanes atacan (...). El último reducto del patriotismo carnavalesco, la Grande Nation".

Federico Krutwig, al ser expulsado por el general De Gaulle de Francia en el año 1964, se estableció en Bruselas. En 1965 trabajó vinculado a la embajada china traduciendo los textos de Mao Ze Dong al euskera labortano clásico y después de Mao Tse Tung (1968): “Liberalkeriari aitzi y Praktikaz” y “Mao Tzedung Buruzagiaren Aiphuak”. 

En la capital belga y entre los años 1965-66, es cuando redacta el libro “La Cuestión Vasca”, a petición de la organización ETA, con cuyos fundadores había contactado en el Congreso Mundial Vasco de París de 1956 como hemos visto, y que en esas fechas todavía era un corpúsculo del nacionalismo vasco que aún no había emprendido la lucha armada. 

El libro pretendía dar a conocer el nuevo movimiento al Partido Comunista Español (PCE) a petición de éste. Para entonces, Federico había escrito también “La guerra revolucionaria” (1963), que después se retitularía “La insurrección en Euzkadi”, para ser publicado en Baiona en 1964 en la colección de Cuadernos de aquella ETA resultante de la III Asamblea de la organización.

"La insurrección en Euzkadi", sí tuvo mayor influencia en ETA, fue la más difundida por la organización, donde da su visión nueva del nacionalismo vasco y los elementos fundamentales de la guerra revolucionaria, era un cuaderno "muy nacionalista" y muy "progresista de izquierdas", a tenor de las propias palabras del autor.

En Bruselas, es donde elaboraría Krutwig los dos informes para la V Asamblea de la organización ETA (1966-1967), la cual se celebró en la Getaria labortana al amparo de la Compañía de Jesús. Diría de esa reunión el propio Federico muchos años después: "Los dos informes que se aprobaron en Getaria habían sido escritos por mí: el informe político y el correspondiente a las estructuras. Casi todo lo que se aprobó entonces es dictado por mí...”.


Los jóvenes dirigentes de ETA Txabi Etxebarrieta, Joseba Álvarez Enparantza “Txillardegi” y Julen Madariaga, fueron partícipes de algunas de las ideas de Federico Krutwig, pero sus escritos y libros no lograron divulgación alguna entre los miembros de la organización ETA. 

Es más, Federico colaboró con ETA en un plano intelectual, aunque sus ideas no fueron las que predominaron, pero nunca militó de forma continua en la organización, lo máximo a lo que llegó fue a participar en Comité Ejecutivo Táctico (KET) de ETA tras la segunda parte de la V Asamblea. Durante esos años, actuó Federico de enlace entre la organización y agentes checoslovacos para la obtención de armas, marchando después a Roma.

En marzo de 1966, junto con Txillardegi (con quien mantuvo una larga relación y que es el filólogo al que se le considera el principal impulsor del euskera batua actual), colaboró en el surgimiento de la revista Branka, a la que da nombre, y que en su primer número publicó su artículo “Nacionalismo revolucionario” y en su segundo número “Estrategia guerrillera”; pero dejó su colaboración al quinto número. En todo caso, la influencia de Krutwig pudo ser tener alguna relevancia en la gestación de ETA, pero pronto pasó a segundo plano, tomando mayor relevancia otros dirigentes e ideólogos.

Llegó a vivir en Roma cuatro años y un breve período de tiempo en Argelia, para acabar en el Valle de Aosta (Italia). Tras la muerte del dictador español Francisco Franco, acaecida el 20 de noviembre de 1975, Krutwig regresó a su tierra natal, casado en segundas nupcias con una profesora flamenca de literatura Agnes Caers, con la que se estableció en Zarautz (Gipuzkoa), dedicándose exclusivamente a la reflexión y a la producción literaria, donde pudo hablar sin tapujos y donde se mostró muy crítico tanto con la organización ETA, así como con la formación política de izquierdas creada para participar en las nuevas elecciones españolas que se llamó Herri Batasuna (HB). 


Escribió en 1976 otro de sus libros más conocidos, “Garaldea. En él, hablaba sobre el origen de los vascos y su relación con los guanches” (publicado por la editorial Txertoa en 1978). En “Garaldea” por la vía de la investigación lingüística, Federico sienta la tesis de la existencia de comunidades que hablan euskera en el continente europeo antes de la llegada de los pueblos preindoeuropeos. Cita pruebas encontradas en Canarias donde habitaban los guanches, en Escocia, en los Alpes, en el territorio que ocuparon los sumerios en Asia Menor, e incluso en Creta, donde existieron las civilizaciones que fueron el soporte de la cultura griega.

Otros libros suyos fueron: “La nueva Vasconia” (Ed. Vascas, 1979), Ekhaitza (Haranburu, 1980) y “Igibarziaren iphuiak” (1981). En 1982, dentro de la colección "Belatzen baratza", publicó: “Jakintza-baitha”, “Erroten Burgiko mystérioa”, “Harbelnoren amazonak” y “Mystagintza zaharra”; fuera de esta colección “Otsoaren bidea”. En 1983 vieron la luz “Ortziren zaldiak”, “Garaziko oihanaren trauma” y “Sua ez da hiltzen”.

Finalmente, en 1984, apareció la que podemos considerar su otra gran obra maestra y que muestra una faceta casi desconocida de Krutwig hasta entonces, se trata del libro “Computer Shock Vasconia”, una aguda reflexión sobre el desafío informático en la Baskonia de finales de siglo XX. Otra obra apreciada dentro de la lingüística fue “Los gitanos vascos” (1986).

En diferentes trabajos publicaciones de los años 80 y 90, Krutwig se lamentaba del abandono de los postulados de la revolución marxista por parte de los dirigentes armados del independentismo vasco: "Un movimiento revolucionario", afirmaba, "debe tener una estrategia conocida, y la de ETA no se conoce" y remarcaba: "La lucha armada debe estar al servicio de unas ideas y, por tanto, de una estrategia. Los golpes tácticos que realiza ETA yo no los veo inscritos en ningún tipo de estrategia, y por eso mismo me parecen una idiotez". Pero sus más feroces críticas de nuevo volvieron a ser para la ambigüedad mostrada por el PNV, que llegó a calificar como "delirante".

Jean Louis Davant y Federico Krutwig durante una reunión de Euskaltzaindia en la Diputación de Gipuzkoa en el año 1993. Fotografía: Juantxo Egaña


Sus colaboraciones pueden verse en esos últimos años en revistas como Egan, Gernika, Euskera, Euzko Gogoa, de nuevo en Branka, RIEV y en diarios como Deia. Creó en esos años la asociación Jakintza Baitha (1985) en Bizkaia, sobre la cultura clásica griega con su revista llamada Halcón.


Una de las facetas más desconocidas e importantes de Federico Krutwig pero de la que apenas se da cuenta en sus biografías, es su gran influencia en Grecia donde era miembro de la Asociación de Investigaciones Científicas de Atenas desde muy joven, gracias a Federico Krutwig, se volvió a implantar el griego clásico en los colegios griegos, por lo que recibió numerosos premios en el país heleno. Federico consideraba que, para decir que una persona era culta, debía de saber por lo menos griego clásico.


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LA CUESTIÓN VASCA (1966), el contexto en el que se escribió el libro.


Para entender esta obra, es necesario saber qué subyace en su gestación. El Partido Comunista de España, el PCE, decidió en los años 60 una toma de contacto con el movimiento incipiente del nacionalismo vasco que estaba acercándose a las teorías socialistas y comunistas, se trataba de la organización ETA. Los comunistas españoles querían conocer mejor la ideología el nacionalismo vasco y sobre todo una definición de la línea de pensamiento de ETA, trabajo que fue encomendado a Federico Krutwig, el único capaz de realizarlo en esos momentos. 

Lejos de acomodarse a un intento de entendimiento con los comunistas españoles de los que apenas quedaba nada vencida la última resistencia al franquismo de los “maquis” o guerrillero, Krutwig los atacó duramente, para ello se valió de los textos de Lenin como: “el pueblo que oprime a otros pueblos no puede ser libre”. (Obras Completas, XXII, p. 162)”. Sin embargo, este libro fue publicado por el PCE y, en otra edición posterior, por la propia ETA en el año 1971, ambas de forma clandestina.

En este libro Krutwig analizaba las teorías política del marxismo-leninismo y del nacionalismo vasco. Del marxismo-leninismo destacaba los aspectos aplicables a la situación del pueblo vasco, yendo directamente a las obras de sus autores, sin intermediarios, relatando lo que en ellos es básico conocer para un vasco.

F. Krutwig en “La Cuestión Vasca”: “Los hijos de las naciones opresoras tienen la maldita costumbre de condenar las justas reclamaciones de los pueblos oprimidos. Para ellos la única nación que tiene derechos dignos de ser respetados es la nación grande, la nación opresora. Lenin en cambio recuerda a los miembros de las naciones grandes su deber internacionalista, no sólo de respetar los derechos de los pueblos oprimidos, sino de compensar con una benévola tolerancia hasta los excesos.

Frente a esta justa posición de Lenin, ¡cómo destaca la posición chovinista del partido comunista (revisionista) español! Este es más españolista que la propia falange. Resulta que en el Estado español, la nación dominante, está durante siglos practicando una política de genocidio, de embrutecimiento nacional de catalanes, gallegos y vascos, aplicando, como todo imperialista, el principio de “divide y vencerás”… y los “comunistas” españoles siguen con la misma táctica”.

A continuación, en “La Cuestión Vasca”, Federico Krutwig hacía un repaso de todas las frases de Lenin sobre esta cuestión, como muestra un botón: “El proletariado no puede guardar silencio acerca de la cuestión particularmente “desagradable” para la burguesía imperialista, de las fronteras del Estado basado en la opresión nacional. El proletariado no puede dejar de luchar contra la retención violenta de las naciones oprimidas dentro de las fronteras de un Estado dado, y eso significa luchar por el derecho a la autodeterminación. 

El proletariado debe reivindicar la libertad de separación política para las colonias y naciones oprimidas por “su” nación. En caso contrario, el internacionalismo del proletariado quedará en un concepto huero y verbal; resultarán imposibles la confianza y la solidaridad de clase entre los obreros de la nación oprimida y los de la nación opresora; quedará sin desenmascarar la hipocresía de los defensores reformistas y kautskistas de la autodeterminación, que no hablan de las naciones oprimidas por “su propia” nación y retenidas la violencia en “su propio” Estado” (Lenin, Obras Completas, t XXI, p. 160).


En el siguiente apartado de “La Cuestión Vasca”, Federico Krutwig realizaba un breve y brillante análisis de la evolución del pensamiento del nacionalismo vasco desde Sabino Arana, pero centrándose en el pensamiento de aquellos que le son más afines, algunos muy conocidos y con los que tuvo estrecha relación como Iker Gallastegi “Gudari”, dirigente del grupo Mendigozale Batza -escisión del PNV que no llegó a ser partido político por la sublevación militar de 1936-, y otros menos conocidos, cuya breve obra analiza por sus aportaciones humanistas, progresistas e incluso socialistas al nacionalismo vasco:

“Entre todos los seguidores de Sabino de Arana, se puede decir que Elías de Gallastegui ocupa una posición preeminente. De él se puede decir lo que generalmente nunca se puede decir de un discípulo, que sobrepasó en calidad al maestro. Pues si bien es verdad que Luis de Arana Goiri es el padre de la idea, como decían los nacionalistas del Mendigoizale Batza, no cabe duda de que sólo bajo Sabino de Arana Goiri, adquiere esta idea cuerpo… Pero todo este proceso del Nacionalismo, con ser una fase muy importante, se desarrolla bajo tierra”.

Sobre el socialista vasco de Marc Legasse destaca frases como: “Una fábula cuenta que el diablo no llegó nunca a poder hablar en vascuence. De ello no se puede afirmar nada. Nunca se le oyó hablar. Al Obispo de Bayona, éste sí que ha hablado. Y siempre lo hizo en francés”.

Analiza Federico Krutwig también el nacionalismo socialista incipiente, en cuya gestación en ese momento estaba él participando activamente, se trata de la organización ETA, entonces una bisoña organización con apenas militancia y que no había cometido aún ningún atentado.

ORÍGENES DE E.T.A.


En 1950 tuvo lugar un congreso del PNV donde parte del nacionalismo vasco rechazó el pacifismo, pro americanismo y clericalismo del PNV, se trataba de José Manuel "Manu" Aguirre, Benito del Valle, Julen Madariaga y José Luis Álvarez Enparantza (Txillardegi), los cuales, publicaron un Boletín interno llamado EKIN ("actuar, hacer"), que se subtitulaba "Movimiento patriótico aconfesional".

El inmovilismo del PNV llevó a la desesperación a muchos jóvenes vascos, el Gobierno vasco en el exilio no existía y se limitaba a la persona de Juan de Ajuriaguerra que, desde Baiona -con unos pocos dirigentes históricos del PNV-, eran los únicos miembros que quedaban del gobierno del Lehendakari José Antonio Agirre en el País Vasco; en realidad, la situación era aún peor, el verdadero gobierno, el que tomaba las decisiones, era el ejecutivo en el exilio del PsoE desde Toulouse, al cual Ajuriaguerra quedaba, de facto, supeditado (definitivamente desde el “Pacto de Munich” de 1962).


Pero EKIN, se diluyó finalmente dentro de Eusko Gaztedi, EGI (Juventudes Vascas del PNV creadas en 1901). En 1952, la misma gente de EKIN, se unió sin más ambición que la recuperación de la cultura y el idioma vascos, proscritos por el franquismo. Ideológicamente, aún no tienen diferencia alguna con el resto del PNV y se mueven aprovechando los locales parroquiales e incluso bajo su amparo.

Aguirre y Benito del Valle, fueron al Congreso Mundial Vasco de 1956 en representación de Eusko Gaztedi, pasaron desapercibidos, pero conocieron a Federico Krutwig, que ya era crítico con la línea del PNV y acusaba a el Lehendakari Agirre de llevar “a la muerte al pueblo vasco por una república española, no por la independencia” y añadía que “el nuevo nacionalismo vasco debe de ser dinámico (es decir, progresista), un nacionalismo vasco estático (es decir, conservador), sería la muerte del pueblo vasco”;

En 1958, EKIN se desligó de EGI y en 1959 nació ETA bajo el lema: "Euskadi: una Euskal Herria libre, por un Estado vasco entre otros Estados del mundo" y "Askatasuna: el hombre libre dentro de Euskadi". Se define como "patriótica, democrática y aconfesional".

Se irán creando diferentes “ramas”, desde que en diciembre del 58 se decidiera así en la Asamblea de Deba todavía como EKIN. La primera fue la rama Política, después surgió la de Células para crear nuevos grupos y extenderse, tras la que llegó la rama Cultural y del euskera. La quinta fue la de Propaganda. Un año después, a propuesta de Julen Madariaga, se creó la sexta rama, “Ekintza Adarra” (Rama de Acción).

Algunos periodistas y escritores, sitúan la fecha del nacimiento de ETA el 31 de julio, día de San Ignacio (el Santo guerrero, curiosamente, traidor a Nabarra-Baskonia), pero es sólo parte de la leyenda, ETA fue tomando forma poco a poco. 

Sus antecedentes ideológicos son, el propio PNV, así como la extinción socialdemócrata de ANV (Acción Nacionalista Vasca) con la revista "Aberri", aunque, sobre todo, los Mendigoxales independentistas de la revista "Jagi-jagi", con su nacionalismo-humanista y sus guerrillas de montaña, a modo de los "maquis" defensores de la República Española. 

Durante el 59 y el 60 ETA, se limitó a hacer pintadas con el lema "Gora Euskadi", sus militantes eran católicos practicantes de misa y vigilias. En su nacimiento, ETA tiene mucho de reivindicación cultural (incluido aprendizaje del euskera) y nacional. Usaban las parroquias para hacer sus reuniones, aprovechando el sentimiento antifranquista del clero bajo vasco y su forma de pensar “euskaldun fededun”. 

Años más tarde, se alinearán con las teorías del marxismo-leninismo y otras corrientes comunistas como los trotskistas, pero que llegaban muchas veces contaminadas por mediación de intérpretes españoles de las mismas.


Otros grupos similares se crearon a través de los movimientos sindicalistas católicos, como las JOC (Juventudes Obreras Católicas) y deportivos, todo lo que se movía en política en el País Vasco durante el régimen militar de Franco, se aprovechó del manto de la Iglesia vasca. Los curas vascos de base, estaban intensamente implicados con el pueblo, tuvo gran resonancia el documento escrito en 1960 por 339 curas vascos a favor de los derechos de su pueblo, la jerarquía eclesial pro franquista tomó su correspondiente represalia contra ellos.

No se puede olvidar que 20 curas vascos fueron fusilados por el ejército español alzado en armas en 1936, entre ellos el poeta Esteban Urkiaga (Lauaxeta) o el escritor José Aristimuño Olaso (Aitzol, en realidad navajeado por los fascistas).

El Correo Español, Diario de la Falange española tradicionalista y de las JONS junto al diario Hierro, eran la voz oficial del régimen franquista en Bizkaia y, con la Gaceta del Norte, únicos periódicos permitidos por el genocida dictador. Durante los años más sanguinarios del franquismo, publicaba en sus páginas la relación de ciudadanos fusilados, así como continuos llamamientos a la delación y entrega de “rojos” y “separatistas”.

El primer muerto, tal y como relata el cargo político del PNV Iñaki Anasagasti en su blog, se produjo sobre aquellos años: “El 27 de marzo de 1961, inspectores del Cuerpo General de Policía, junto a guardias civiles y números de la Policía Armada, se apostaron frente a la gasolinera de la cuesta de Miraflores en Bolueta, a la entrada de Bilbao. Los miembros de los cuerpos de seguridad del estado franquista, después de efectuar el ametrallamiento, abandonaron parsimoniosamente el lugar, convencidos de que acababan de disparar sobre Julen Madariaga, José Mari Benito del Valle y Manu Agirre. En el interior del vehículo Javier Batarrita, de 33 años, había fallecido. José A. Ballesteros, el segundo ocupante del coche, se debatiría durante varias semanas entre la vida y la muerte, y un tercer ocupante resultaría ileso. Tuvieron que ser trasladados por los vecinos de la zona”. Esta persona no guardaba relación alguna con ETA.

ETA era un movimiento que trataba de conjugar todas las formas de lucha posibles contra el fascismo español: desde actos culturales, escuelas nocturnas, sindicalismo, cursos sobre política, música etc. y, finalmente, también la lucha armada. Miraban con envidia a los países que en esos momentos habían conseguido la libertad. 

El propio libro “La Cuestión Vasca”, habla de los movimientos que se estaban produciendo por todo el mundo. Como en la colonia francesa de Argelia, donde una guerra de guerrillas acabó en negociación entre el Frente Nacional Argelino y el presidente de Francia, el desmemoriado General De Gaulle (1954-62). Miraban a Cuba, donde, tras dos años de guerra de guerrillas, Fidel Castro logró el poder el 2 de enero de 1959. 

Pero, ETA mirará también a Irlanda como lo hicieron antes los Medigoxales, la cual luchó por su independencia perdida en 1171 a manos inglesas y que no recuperó hasta 1921, aunque quedando fuera el Ulster, donde seguía la lucha del IRA. 

Más alejadamente, seguían lo que estaba ocurriendo en Israel, Chipre, Indochina, Vietnam, China, el mayo del 68 de París etc. Surge en ellos la idea de imitar estos hechos, se declaran antiespañolistas que no solo antifranquistas (aunque solo bajo éste régimen se entiende el nacimiento de ETA) y buscaban directamente la independencia del pueblo vasco.

Se le considera muchas veces a Federico Krutwig y a su libro "Vasconia", escrito 4 años antes de la V Asamblea, el primer ideólogo de ETA, además de toda la literatura folclórica romántica clandestina mitificada por la censura del Régimen y que se pasaba de contrabando como "Amaya y los vascos en el siglo VIII" de Navarro Villoslada (1818-1895). 

Pero, en general, la formación de los dirigentes de ETA, era muy primaria, apenas contaban con unos pocos libros clandestinos para aprender y no había gente preparada para enseñar después de decenios de brutal represión franquista.

El propio Krutwig, años después dirá: “en política, desde que conocemos la historia escrita, se nos impone un hecho sin lugar a dudas, a saber, que el pueblo que consigue algo por derecho de conquista jamás cede su presa a no ser que sea arrebatada por la fuerza (…). Hay opresores que se convencen antes que otros, pero en cualquier caso, nadie cederá su derecho de conquista sobre un pueblo extraño si en el sometido no viese una innegable voluntad de independencia”, se expresará así en su libro “Vasconia” (1962).

Orreaga Taldearean dokumentala.
Hona hemen han gertatutakoaren azalpena labur bilduta: https://www.orreagataldea.com/2014/06/23/euskadi-fue-un-estado-independiente/

En ese libro, “Vasconia”, Federico Krutwig es partidario de la guerra revolucionaria y de la organización de “taldes” armados de tres o “hirukos”, quizás a imitación de lo que ya estuvieron haciendo por los bosques vascos los mendigozales de Iker Gallastegi “Gudari”. Sobre el estilo de organización política que deseaba Federico en “Vasconia” dirá: "La base del nuevo estado vascón será la comuna soberana de tipo tradicional, que administra sus asuntos por medio del Biltzar Soberano. Estos Biltzarres a su vez formarán una federación".

Federico Krutwig escribió también “La insurrección en Euzkadi” en 1964, dentro de la colección Cuadernos de ETA tras la III Asamblea de la organización. Fue en la V Asamblea de ETA (1966), en la que Federico participó activamente como ideólogo y fue en ese contexto donde escribe el libro “La Cuestión Vasca”.

En la V Asamblea (1966), tuvo lugar la primera escisión importante en ETA: fue expulsada la Oficina Política de Paco Iturrioz, tildada de "liquis", "españolistas", “felipes” o "felipistas" por sus simpatías con el FLP (llamados ESBA en Euskal Herria), tras ser retenidos en una borda junto con su jefe Iturrioz a punta de pistola por otros miembros de ETA mientras duraba la Asamblea. 

Esta rama de “felipes”, abogaba por el maoísmo que compatibiliza el socialismo y el patriotismo (español). ETA era junto al PCE (Partido Comunista de España, realmente surgido de una escisión del PsoE entre los años 1920-21), los únicos grupos con contenido político que se movían en la clandestinidad, atrayendo con ello a gente tremendamente heterogénea, lo que determinó estas escisiones. Durante esos años de clandestinidad, el PNV o el PsoE no tenían base social alguna en el País Vasco, su presencia se limitaba, prácticamente, a veteranos de la guerra española de 1936.

En la V Asamblea se presentarán, además de los textos de Krutwig, el informe “Txatarra” de José Etxebarrieta y el “informe Verde” de otro dirigente de la organización, Eskubi, que es el que mejor acogida tuvo. 


Tras esta Asamblea, mandará en la Organización el frente marxista revolucionario de Txabi Etxebarrieta (hermano de José), su ideología se resumía en: "ETA es un movimiento socialista vasco de liberación", cogido del “informe Verde” de Eskubi. 

ETA se reorganizó en: un Biltzar Nagusia (Asamblea Nacional anual), KET (poder ejecutivo, propaganda y activismo, que con el tiempo desaparecerá y donde quedó encuadrado Federico Krutwig), Herrialdes, Mesas de zona, Mesas de pueblos, Hirurkos (grupos de tres propuesto por Federico) y Biltzar Txikia (que controlaba al KET). La Línea cultural dimitió.

Tras esta V Asamblea, ETA buscó un atentado importante que les hiciera creíbles ante la opinión pública. Se pasó de una organización activista a una militar a imitación de la propuesta por el vietnamita Trung Chinh: se trata de la “estrategia frentista”. 

Se inició este nuevo ciclo comprando la primera partida de armas de la historia de ETA en Praga (entonces Checoslovaquia), en la que participó Federico Krutwig, poco antes de la entrada de los tanques rusos a la capital checoslovaca, la llamada “Primavera de Praga”, que ETA descalificó duramente; fue la primera ayuda y última que recibió desde detrás del “Telón de Acero” debido a esas críticas.

En 7 de junio de 1968, se produjeron los primeros muertos tras una conmemoración del Aberri Eguna muy movido en Donostia-San Sebastián y pese a estar tomada la capital gipuzkoana por miles de policías españoles, para evitar así la reunión anual del nacionalismo vasco, que se había retomado en Hegoalde desde 1964. 

Los nervios estaban caldeados, en un control de la policía en Benta Handi, cerca de Tolosa, el dirigente de ETA Txabi Etxebarrieta que se iba reunir con Jokin Gorostidi, fue parado y, cuando trataban de registrarle, disparó contra el comisario Pardines que murió en el acto. Será el primer muerto de ETA.

Etxebarrieta huyó, pero fue detenido primero y ejecutado después, cuando estaba inconsciente en el suelo. Otro miembro de ETA, Sarasketa, fue detenido junto con Txabi, le condenaron a 58 años y después a muerte. Se produjeron grandes disturbios. A cualquier huelguista, conferenciante o "bandido" (donde quedaban incluidos los miembros de ETA), se le aplicaba un consejo de guerra por "bandidaje o subversión social" y se le fusilaba. El régimen totalitario-fascista español, ejecutó a más de 50.000 personas en los años siguientes al final de la guerra.

El 2 de Agosto de 1968 ETA realizó su primer atentado con un muerto premeditado: se trataba de Melitón Manzanas, manifiesto torturador franquista y colaborador nazi en otro tiempo (miembro de las SS), fue tiroteado y asesinado en Irun (después fue condecorado por el actual régimen). Era la operación Sagarra (Manzana), a la cual, en el exilio, el Lehendakari Leizaola desde el Gobierno Vasco, no daba crédito, embebido en un catolicismo y nacionalismo romántico, donde no cabía el uso de las armas para liberar la tierra vasca – extraña situación después de vivir toda una guerra y la posterior represión igual de cruenta- , y consideró Leizaola, la muerte del torturador español, un ajuste de cuentas por motivos de faldas en un comunicado hecho a la prensa internacional.

Este primer atentado con un muerto, fue un salto cualitativo enorme para la organización clandestina. 600 personas pasaron por comisarías y cuartelillos, donde las torturas fueron especialmente sangrientas. ETA quedó casi desarticulada o muy mal parada.

Pero, la represión franquista, siguiendo la idea “acción-represión-acción”, disparó la militancia, entre ellos mucha gente de EGI, pero también mucha gente hija de inmigrantes españoles. Desapareció cualquier ambigüedad hacia ellos, propio del primer sabinismo. Se creó una nueva rama o “frente” como se le empieza a llamar, El Frente Obrero. En 1969, la mitad de los presos políticos de la dictadura fascista española eran miembros de ETA.

La dirección de ETA quedó en manos de segundones seudo marxistas, como Patxo Unzueta, que se libraron de la quema. El 11 de diciembre de 1969 quince presos, 10 de ellos políticos, se fugaron de la cárcel de Basauri, construida tras quedarse obsoleta la de Larrinaga, célebre por albergar en ella a Sabino Arana tras felicitar al presidente de USA por la entonces reciente independencia de Cuba (1898).

F. Krutwig en “La Cuestión Vasca” (1966): “ETA en este sentido expone claramente que la lucha del pueblo oprimido en Vasconia, es del tipo que Mao Tse Tung nos ha señalado”, y expone las razones de la lucha vasca: “Luchamos por la autodeterminación nacional por tres razones, cuyo orden de prioridad dejamos a elección de cada uno:
- Porque formamos un pueblo, vivimos separados como extranjeros y tenemos el mismo derecho que cualquier otro pueblo al autogobierno y a la unión.
- Porque con unas estructuras vascas tendremos más posibilidades de desarrollarnos integralmente y participar en el progreso del mundo, que como españoles, franceses o lapones.
- Porque vemos en ello la única posibilidad de que el socialismo por que luchamos se implante en Euskadi y lo sea además adaptado a las condiciones específicas (tanto objetivas como subjetivas) del mismo”.

Y afirma poco después: “Concluyendo, exigimos para Euskadi la autodeterminación y la reunificación política nacional; por eso luchamos con todas nuestras fuerzas”.


EL PENSAMIENTO DE FEDERICO KRUTWIG


La mejor manera de analizar su pensamiento, es hacerlo desde su propia obra sin interpretarle, es solo necesario escucharle, para ello el libro básico es “Vasconia” de 1963, en él, se condensa todo su pensamiento.

Sobre el euskera

“La lengua es el lazo más fuerte del sentimiento de nacionalidad, se ha llegado a decir que allí donde se habla una lengua diferente existe una nacionalidad diferente. Aunque está afirmación no es cierta con tanto rigor, tiene no obstante, mucho de verdad”.

“En Vasconia se establecen los diferentes factores étnico-nacionales, entre los cuales se incluye como el más importante, pero no el único, el de la lengua nacional”.

“No hay cultura vasca sin utilización del euskera y que en caso contrario lo que se hace es cultura sobre lo vasco”.

“Un partido nacionalista vasco debería haber expulsado de sus filas a quienes no hablasen la lengua vasca al término de un tiempo prudencial (como máximo, de 2 años) y no la emplease corrientemente después de haberla estudiado”.

“Desde el punto de vista nacional no se puede hablar de vascos y de gascones como de dos pueblos, sino más bien de la misma nación con dos idiomas”.

"El pueblo al que se le priva de su lengua, se le altera la mentalidad".

Krutwig proponía como para el euskera unificado el euskera labortano de Leizarraga-Etxeberri-Axular o Haraneder (al que podemos llamar "naffarrera", ya que se desarrolló dentro y gracias a nuestro Estado), dialecto que Federico proponía a Euskaltzaindia para ser la base del euskera "batua" o unificado, por ser el que más y mejor literatura clásica tenía, o como dice en Vasconia: "El llamado labortano clásico puede ser comprendido de un límite a otro de Euskal Herria". 

El que fuera presidente de Euskaltzaindia, el mencionado padre Villasante, también lo apoyaba (1952), tal y como Federico transcribe en Vasconia: "Joannes Etcheberri, otro escritor de Sara, proponía que se declarase a Axular como jefe, modelo o canon de la lengua vasca escrita. Y fuerza es confesar que tal vez sea ésta, aún hoy, la solución más natural, normal y sencilla al tan discutido y complejo problema de la unificación del euskara literario".

Para más información sobre el euskera en el Estado de Nabarra: https://lehoinabarra.blogspot.com/2014/07/el-euskera-y-el-reino-de-nabarra.html

Sobre la nación vasca

“Estos factores, que separan un pueblo de otro, dan a las personas que participan de ellos la conciencia de corresponder a un grupo humano diferente al de los vecinos. Cuando estos factores étnicos o nacionales existen pero los individuos que los poseen no tienen conciencia de su personalidad se habla de una etnia. Si la etnia adquiere conciencia de su personalidad se habla de una nación. Ahora bien, la nación sólo existirá verdaderamente cuando esta conciencia nacional lleva a los hombres a realizar un destino común”.

“La nacionalidad es dinámica, algo que vive, y querer definirla como algo estático es matarla o tratarla como una momia”.

“Hay que tener muy en cuenta que un pueblo es siempre el mismo siendo siempre diferente. Un pueblo es pueblo en tanto en cuanto perdure su esencia, pero esta se va actualizando en el transcurso de la historia. Un pueblo va cambiando, aún siendo siempre el mismo (misma esencia), es siempre diferente. Va cambiando, muchas veces por influencias de otros y por decisiones y caminos por los que va optando por de forma voluntaria. Cualquier intento de congelar el devenir lineal imparable de un pueblo lo pervierte y puede poner en peligro la subsistencia del mismo”.


Sobre ideología y religión

En una entrevista dijo Federico Krutwig: “Yo nunca he sido político. Tuve tratos con algunos, pero hace ya años que he dejado esos contactos. Para mí el nacionalismo es un hecho cultural. Las teorías puramente economicistas son algo primitivo. Cuando las teorías político científicas, como el marxismo por ejemplo, se quieren imponer por la fuerza, en vez de política se está haciendo religión”.

“A Vasconia le corresponde un tipo propio de socialismo que nada tiene que ver con el español y francés y sería flagrante injusticia quererle imponerle un tipo de sociedad que no corresponde con sus premisas históricas, económicas y sociales”. 

En su libro “Vasconia” explicaba como quería él que se gobernarse su pueblo: “El nacionalismo vasco deberá ser, pues, un movimiento de izquierda, entendiéndose por izquierda el movimiento progresista de los descontentos”.

Una de sus declaraciones más aclaradoras sobre su pensamiento fue: “Yo no era de verdad marxista. Era nacionalista vasco. Estaba dispuesto a aceptar todas las ideologías que fueran buenas para la causa vasca, incluso el fascismo (en clara alusión a Mirande). El marxismo era una herramienta más...” (sacado del libro de Pedro Alberdi “Satorrak baino lurperago”).

Es el mejor resumen de la ideología y de su forma de pensar, Federico Krutwig, como buen hijo de Baskonia, quería ver a su madre libre de las cadenas de los Estados imperialistas que la están ahogando, para ello buscó y rebuscó en todos los pensadores y políticos del mundo todo lo que podría valer para esta causa, se valió de su privilegiado cerebro y de su capacidad sorprenderte para aprender idiomas, entre otros muchos valores que le arropaban, además tuvo la virtud de estar siempre rodeado de gente que le aportara cosas y con las que seguir aprendiendo hasta los últimos días de su vida. 

Federico Krutwig bien podría ser un moderno infanzón nabarro al cual se le podía aplicar su lema: “Pro libertate Patria, gens libera state”, que se podría traducir al euskera como “Gente libre, perseverad en defensa de la libertad patria”. 

Así en “Vasconia” decía: "Un programa social debe de ser parte integrante de la lucha de la liberación nacional del pueblo vascón (sic.). La reclamación de la justicia social tendrá que ir íntimamente ligada a la reclamación de la justicia social (...). La justicia nacional es el alto ideal de quienes forman la élite nacionalista, y los justas reclamaciones de la justicia social son el ideal de quienes luchan por su vida todos los días. Una patria libre debe de cumplir con ambos ideales". (…) "Nuestra lucha de liberación nacional es al mismo tiempo una lucha de liberación social".

F. C. Krutwig Sagredo “Aberri-Egunaren erran-nahia orain eta lehen” (Anaitasuna marzo 1978): "Euskalherriaren garhaipen historiko bat hospatzen den egun batetan finkatu behar lizateke. Neure aburuz hunelako fetxa historikoa Euskalherrian, Orstaroaren 15/a izan da, noiz euskaldunek Frantziaren harmada Orreagan suntsitu bait zuten. Euskaldunen viktoria hau mundu osoan ezagutzen da. Eta hunela kanpotar iainko baten heriotza ta phizteaz xinta-mintaka egoitearen ordez, euskaldunek, beren herrirat kanpotar iainko hori ethorri baino lehen, beren Historian iaraietsi duten ekhintza nabusiena ta ezagutuena hospa lezakete. Hunen araura flamenkoek bere nazional jaiaz, Kortijken frantsesen kontra irabazi zuten "urrhezko ezporen bataila" hospatzen dute, eta Alemaniko patriotek beren nazional jaia bezala germanoek Arminius buruzagiaren manupean Varusen legioneak deuseztu zituzten eguna dute".

Sobre su religiosidad, se definió como seguidor del paganismo de las civilizaciones clásicas, Grecia y Roma. Dejó escrito en “Vasconia”: “de nuestros tratos con Roma y la Iglesia Católica le vienen al pueblo vasco todos nuestros males, en toda coyuntura desgraciada para el pueblo vascón, la Iglesia romana ha estado presente, ayudando a los opresores”.


Las influencias en su pensamiento

En cuanto a la influencia de otros pensadores en su obra, el propio Federico Krutwig se declaró admirador de los filósofos alemanes Kant, Nietzsche y Schopenhauer. En sus escritos sobre la lucha guerrillera, se puede observar la influencia de pliegos atribuidos a Ernesto Che Guevara, o, ya en los años setenta, la obra clásica de Jules Debray: “Estrategia para la revolución”.


Mapa de las Naciones europeas
en la primera edición de Vasconia 


Sobre la independencia

“La razón suprema de los vascos para formar un estado propio radica en que son una etnia diferente, que forman tierra aparte, que tienen conciencia de ello así como en la voluntad de formar un estado propio, que tienen derecho como nación”.

“El problema de la vida o muerte espiritual, cultural, económica, técnica y social de un pueblo está íntimamente ligado al de su independencia política”.

F. Krutwig culpaba de la “desnacionalización” primeramente a los vascos por no resistirse más al Estado-nación español: “más vale morir como hombre que vivir como bestias desnacionalizados por España y Francia”.

Pero no se olvidaba de los principales culpables del nacionicidio: “En Vasconia quien es enemigo de la liberación nacional del pueblo, es sin duda alguna, agente de la opresión”.

“La política de explotación colonialista viene siendo practicada por España y por Francia de forma muy ladina en Vasconia, desde el momento en que de una forma u otra controlan el sistema jurídico y económico de todo el país” (…).

“España roba en Vizcaya y Guipúzcoa y con el producto de su robo organizado por el Estado, mantiene en nuestra patria el aparato policíaco y represivo. El sudor del trabajo de los vascos va a enriquecer las cajas de caudales del Estado español y las que de los de él se sirven (…). Es decir, se trata claramente de una conquista por la que se obliga a trabajar a los vascos a favor de los españoles, que son plantas parasitarias”.

Sobre la historia y la territorialidad

“Las razones históricas pueden ser fundamentos secundarios, que sirvan para acrecentar la personalidad de una nación, pero nunca son razón suficiente para la independencia”.

"De la historia sacamos, por otra parte, la lección de que la independencia nacional es una hecho que depende siempre del interés que demuestran los sometidos por su liberación. No hay duda de que el opresor no estará dispuesto a conceder la independencia a una conquistado si observara que éste no muestra por su parte interés innegable por la consecución de la liberación nacional y que la idea de la independencia y soberanía es la segunda naturaleza del oprimido".

“La fórmula “zazpiak-bat” es un símbolo de un falso planteamiento del problema vasco y habla de estrechez mental”.

“Un movimiento nacionalista vasco sobre bases étnicas tendrá que reclamar, desde el punto de vista histórico, el restablecimiento de una Euskadi que incorpore la vieja Navarra y el Ducado de Vasconia (...) No cabe duda de que históricamente considerando, el futuro Estado libre vasco deberá comprender al sur de los Pirineos y al norte los territorios que correspondieron a la corona Navarra y Ducado de Vasconia (…) soberanías que en su origen son las mismas”.

“En realidad se puede decir que todo el País Vasco ha sido parte integrante de la corona Navarra (…)”

“Además de estos territorios correspondían al reino de Pamplona vastos territorios” y nombra Alto Aragón (al norte del Ebro desde Noguera Ribagorzana), Alto Ebro (Merindades), La Bureba, La Rioja, así mismo territorios del Moncayo con Tarazona: “(…) La reinstauración de la Navarra histórica, desde el Garona a la cabecera del Duero, desde Santander hasta la Maladeta (Benasque, Huesca)”.

“Todo buen vizcaíno, guipuzcoano, riojano etc. que se diga nacionalista debería sentirse navarro y desear la restauración de ese estado en forma de República Vasca tal y como promulgaba Irujo durante el exilio en Londres. (…) 

Es muy de lamentar que esta visión que seguramente nos hubiera llevado hace tiempo a la independencia vasca, siguiese en París un Gobierno diciendo defender un Estatuto ridículo, obtenido de un Gobierno republicano que sólo lo concedió a última hora y porque no tenía otra posibilidad ante la anarquía y el desorden que reinaban en el territorio español después de la sublevación militar del general Franco”.

“En lugar de platear el problema vasco claramente sobre la necesidad del establecimiento de una República Vasca, que englobe a los territorios de Navarra y del ducado de Vasconia, se sigue defendiendo un estatutillo por política de poca categoría”.

Mapa de Vasconia en la primera edición del libro (1963)


Sobre el uso de la contra-violencia armada

“La República francesa usurpadora de la soberanía de Gascuña y Navarra, no puede alegar en justicia otro título que el de la fuerza bruta hecha mayor. Por ello, la obtención del derecho de restauración del ducado de Vasconia será un hecho de armas…puesto que el detentador de la soberanía vascona no cederá a otras razones que las de fuego, los derechos pisoteados del pueblo vasco”.

"El pueblo vasco, no solamente tiene derecho a levantarse en armas para oponerse a la desnacionalización por parte de España y Francia, sino que se trata de un deber moral el que se oponga a la deshumanización hecha por vías del Estado opresor. Es una obligación para todo hijo de Euskalherria oponerse a la desnacionalización. Aunque para ello haya que emplearse la revolución, el terrorismo y la guerra. El exterminio de los maestros y de los agentes de la desnacionalización es una obligación que la Naturaleza reclama de todo hombre. Más vale morir como hombres que vivir como bestias deshumanizadas por España y Francia".

"Antes o después, el pueblo oprimido que tenga la firme voluntad de alcanzar los derechos naturales de su persona tendrá que valerse de la fuerza de las armas, es decir, del empleo de la violencia para que su derecho natural sea reconocido. Es una argumentación falsa la de los políticos que pretenden hacer ver que las negociaciones pueden traer la independencia nacional. Las negociaciones están bien cuando las armas hablan, están bien para que callen cuanto antes. Nadie más que un pueblo sometido, que tiene que empezar a reconstruir su propia alma, nacional, tendrá interés en que las armas callen, en que se llegue a un estatus en que el antiguo opresor reconozca la soberanía nacional de su antigua presa".


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OTRAS CUESTIONES SOBRE KRUTWIG

El historiador Josemari Lorenzo Espinosa, rescató una colaboración de Federico Krutwig para la revista Branka en abril de 1966, en la que el autor diseccionaba el punto de vista revolucionario del nacionalismo. 

Para Krutwig, el prisma nacionalista dota a la revolución de un contenido del que, el comunismo no nacionalista, carece. Para Krutwig, los componentes nacionales y revolucionarios en el nacionalismo revolucionario, son inseparables.

Muy pronto se van a cumplir 50 años de la aparición de la revista Branka, editada en los años 60 en Bélgica por exiliados vascos. Entre las colaboraciones de su primer número, una de F. Krutwig, tuvo notable influencia en la época. Con el título “Nacionalismo revolucionario”, aplicaba al caso vasco “una nueva forma de la lucha del hombre por su libertad y, muy en especial, de la clases trabajadoras por su liberación social”. 


El autor establecía diferencias entre este “nacionalismo revolucionario” y el comunismo, aunque aseguraba que sus raíces estaban en Lenin y Bakunin. Decía Federico que Lenin introdujo una nueva visión del nacionalismo respecto a los fundadores del marxismo, que representaba un cambio esencial. 

Lenin consideraba que “la lucha de liberación nacional de todo pueblo es una parte integrante de la lucha de liberación de los oprimidos en general”. Según Krutwig, el desarrollo de esta teoría habría dado lugar al nacionalismo revolucionario, que “es la forma de lucha (..) adoptada por los pueblos sometidos al imperialismo”. 

En opinión del autor y, a pesar de las aportaciones leninistas al marxismo, “los pueblos que no están sometidos a la ocupación extranjera (…) no son capaces de comprender la gran fuerza revolucionaria y progresista que encierran los combates de los oprimidos contra el colonialismo”. 

De ahí que con la aparición del nacionalismo revolucionario, los comunistas estarían ya en condiciones de entender las justas aspiraciones nacionales de los trabajadores y estos de militar en los movimientos revolucionarios propios. 

Según Krutwig, “en el nacionalismo revolucionario los componentes nacionales y los revolucionarios forman un compuesto químico. Son inseparables”. Para este autor, el nacionalismo revolucionario era un salto dialéctico en la lucha revolucionaria de los trabajadores. Una nueva realidad y aunque, en parte semejante al nacionalismo burgués, su esencia y su praxis eran diferentes.


Este nacionalismo revolucionario, que se estaba experimentando en Latinoamérica, en Asia o en África, aplicado al caso vasco tuvo un verdadero impacto. 

Krutwig arremetía, en su artículo, contra los PCs español o francés. Este último criticado también por su actitud en Argelia, acusándoles de “traer un nuevo imperialismo a Euskadi, esta vez bajo el manto del proletariado”. Y, al mismo tiempo, abría la puerta a la participación de la pequeña y media burguesía vasca. Algo que, según reconocía, era impensable sin la ocupación extranjera. 

Es decir, se daba la posibilidad de colaboración proletarios-burgueses (lo que se llamaría Frente Nacional) solo por la aparición de intereses nacionales comunes. Krutwig veía una hermandad revolucionaria mas allá de los innegables enfrentamientos de clase. Ya que, “el revolucionario español lucha contra un enemigo interno dentro de su pueblo, mientras que en la lucha del pueblo vasco por alcanzar la revolución socialista, el enemigo reviste en primer lugar el carácter de expoliador extranjero”. De otro lado, en esta lucha, “si los proletarios españoles se ponen del lado del Estado opresor, serán nuestros enemigos”.

2022ko DURANGOko AZOKARAKO NABARRALDEK ARGITARATUA

Entre los enemigos del pueblo vasco, Krutwig citaba especialmente a los “vascos de apellido”: “Esteban Bilbao, Areilza, Lequerica, Careaga y tantos agentes del imperialismo”, diciendo que la patria de esta gente es España. También al norte eran señalados: los Ibarnegaray, Ibarrondo, Elizabide etc, que ocupaban posiciones en partidos franceses. “De ahí que la lucha de liberaciòn nacional vasca tiene que llevarse a cabo, contra todo lo que significa la entelequia España….”. Para Krutwig, hay que interpretar el momento histórico y aplicar en cada caso la solución revolucionaria concreta. 

Y aunque aporta citas de Lenin, de Mao, y otros, quiere huir del mimetismo y pedir la aplicación del socialismo adecuado, en cada caso concreto. Para ello rechaza la experiencia y aportaciones del PC español y francés, que ignoran los textos leninistas en favor de la autodeterminación y no saben interpretar las necesidades concretas de los pueblos oprimidos del Estado. Y recurre a los ejemplos de liberación de partidos comunistas de China, Vietnam, Cuba o Corea, concluyendo que la liberación nacional no puede hacerse sin liberación social.

Al autor no se le escapan los problemas de un Frente nacional, con la burguesía. “La burguesía vasca jelkide, afirma, tiende a la colaboración con la burguesía española” y también “el jelkide por naturaleza es burgués”. Aunque para Krutwig, en el nacionalismo revolucionario “la condición primordial es la de ser nacionalista”. En este apartado, Krutwig dedicaba amplio espacio a las citas de Mao. Entre ellas aportaba una clave: “En una nación en lucha contra un enemigo extranjero, la lucha de clases toma la forma de lucha nacional, y bajo esta forma se manifiesta la unidad”. 

A pesar de no olvidar que la contradicción principal es la que enfrenta a la clase explotadora (burguesía) y al proletariado, dice Krutwig que muchos ejemplos de liberación colonial muestran que hay una variable a esta. Y entonces el problema de los “izquierdistas puros”, es que se convierten en “españolistas reaccionarios”. Para Krutwig esto prueba “una ignorancia completa de las condiciones concretas de la lucha revolucionaria en Vasconia. Esta gente, a veces, por rechazar el aburguesamiento del PNV, lo que hacía era echar la criatura con el agua sucia por la fregadera”. 


En apoyo de esta tesis cita de nuevo a Mao: “En caso de una guerra de agresión (…) las diferentes clases pueden unirse provisionalmente para llevar una guerra nacional contra el imperialismo”. 

Indudablemente, el caso es mucho menos dramático hoy, en el caso vasco, en el que la ocupación no se presenta siempre con la misma crudeza que en los casos chino, vietnamita, argelino etc. O en la Euskadi de 1936. Pero para esto, Mao también tenía una advertencia: “Cuando el imperialismo no recurre a la guerra, puede utilizar otros medios: políticos, económicos y culturales como formas mas moderadas de opresión”. Entonces, “la clase dominante del país semicolonial puede capitular ante el imperialismo: se forma entonces entre ellos una alianza opresora para las masas populares”.

Federico Krutwigen heriotzean

No olvida Krutwig el papel fundamental que adquiere la lengua propia, en los procesos de liberación nacional. Dedica numerosos párrafos y expone ideas contra la opresión cultural o lingüística. Y proponía, a partir de las tesis del vietnamita Troung Chinh, la creación de los conocidos frentes (que luego trataría de adoptar ETA), entre los cuales el cultural se ocuparía de la promoción del euskera y de crear contradicciones con el jelkidismo, que además de burgués sería castellanizante. 

Este y otros escritos de Krutwig sobre el nacionalismo revolucionario, o sobre la historia vasca, aportaron luz y marcaron el pensamiento de toda una generación en una época de represión cultural sin precedentes. Pero no han perdido toda su vigencia. Para quien tenga a su alcance este texto, recomendamos su relectura. Y en todo caso, dejamos en el aire la posible actualidad de estas, entonces teorías revolucionarias, que casi cumplen cincuenta años. Y que en algunos casos pueden necesitar arreglos, pero en otros mantienen su lucidez inicial.